Las claves del primer tercio de la Vuelta que dejan a Carapaz de líder
Luis Avilés.- Tras cinco días de liderato del esloveno Primoz Roglic (Jumbo Visma) en la 75 edición de la Vuelta, el ecuatoriano Richard Carapaz (Ineos Grenadiers) dio el golpe de mano en la histórica cima de la estación invernal de Formigal para hacerse con la ’roja’.
La locomotora de Carchi dejó claro desde la primera pedalada en la carrera española que venía en un excelente momento de forma para reivindicar en la todopoderosa formación británica su condición de líder.
En el Giro de 2019, fue capaz de hacer saltar la sorpresa relativa para hacerse con el maillot rosa final, a pesar de no partir como uno de los máximos favoritos.
El objetivo inicial para 2020 para el de Carchi volvía a ser, pero el coronavirus que todo lo ha trastocado, también trastocó su calendario y se vio condicionado a ir al Tour de Francia a ayudar a un Egan Bernal que en ningún momento estuvo en condiciones de luchar por reeditar su triunfo de un año antes. Carapaz tuvo que aceptar la situación y se encontró que en la Vuelta todos los galones eran para él y no quería soltar la oportunidad.
PRIMERA CLAVE: INICIO CON TRÍPTICO MONTAÑOSO
La Vuelta tuvo que suspender su periplo de tres etapas por tierras neerlandesas con la salida de Utrecht y arrancar con un tríptico montañoso en los tres primeros días de carrera. El resultado fue que desde el primer momento, el grupo de favoritos quedó claramente señalado. Roglic hizo valer su mejor punta de velocidad para seguir vistiendo la ’roja’ tras su triunfo en la edición de 2019.
SEGUNDA CLAVE: LAS BONIFICACIONES
La igualdad en el grupo de los mejores, que se fue reduciendo tras los finales consecutivos de Arrate, Lekunberri tras el paso por San Miguel de Aralar y la Laguna Negra, se reflejó en que Roglic, Carapaz y el irlandés Dan Martin (Israel) únicamente consiguieron separarse en un segundo, a favor del esloveno, en su esfuerzo sobre el asfalto. Así, Roglic se hizo con la ’roja’ en Arrate y los dos días siguientes se consolidó al frente de la clasificación gracias a las bonificaciones que también provocaron que Carapaz cediese su segunda plaza a Martin en la cima soriana.
TERCERA CLAVE: EL CIERZO NO LOGÓ SU OBJETIVO
Los siempre temidos abanicos, no en vano en este ciclismo moderno agrandan las diferencias más que las subidas, no llegaron a consolidarse camino de Ejea de los Caballeros. Movistar movilizó a sus hombres más poderosos a la salida de Borja, el punto que todos sabían iba a ser clave si se estaba por la labor de lanzar el ataque, y puso al pelotón durante una quincena de kilómetros a rodar por encima de los 70 kilómetros por hora.
Nadie más secundó la iniciativa de los telefónicos y todo quedó para que por primera vez en la Vuelta los esprinters pudieran lucirse. El irlandés Sam Bennet (Deceuninck Quick Step) no desaprovechó la oportunidad.
CUARTA CLAVE: NO HAY TOURMALET
La etapa del Tourmalet, como así se le conocía desde que se dio a conocer el recorrido de la Vuelta, no pudo ser. Francia cerró sus fronteras ante el rebrote del coronavirus y la organización tuvo que activar un plan B.
Con la salida fijada en Biescas, se optó por dar entrada a una llegada en alto como la del Parking de Sarrios en Formigal. Casi mil metros de desnivel acumulado era la diferencia entre lo inicialmente previsto y la etapa celebrada, pero las adversidades climáticas en forma de viento y lluvia vinieron en auxilio de Unipublic y el éxito se reflejó en el resultado.
El británico Hugh Carthy (Education First) fue el primero en detectar que Roglic no iba bien, Carapaz no tardó mucho en comprobarlo, lo mismo que Martin. El vuelco en la general estaba servido, aunque los cuatro se encuentran en un margen inferior al minuto.
QUINTA CLAVE: EL FRÍO Y LA LLUVIA
El cambio de fechas -del ya tradicional final de agosto y principios de septiembre, a bien entrado el otoño-, ha provocado que las condiciones meteorológicas en los que se desarrolla la Vuelta hayan variado sustancialmente.
El frío y la lluvia añadidos a un selectivo recorrido, junto a unas fechas en las que tradicionalmente muchos ciclistas ya están en su periodo de descanso y transición hacia la nueva temporada, pueden terminar pasando factura a lo largo de las tres semanas.
A pesar de que todavía quedan por disputar dos tercios de las etapas (12), todos reconocen que recuperarse de los esfuerzos día a día es más complicado y que muscularmente terminará pasando factura.
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